Es importante señalar que si los hombres cometieron muchos delitos por problemas de subsistencia, debido al pauperismo que afectaba a gran parte de la población en años de malas cosechas, pestes o guerras; o por problemas de inadaptación, agresividad contenida, etcétera, las mujeres practicaron también actividades igualmente delictivas: prostitución, alcahuetería... No obstante, la rentabilidad que supuso el ejercicio de la primera para los hombres e instituciones hizo que se permitiera, protegiera y potenciara.
La interacción entre el acto delictivo y la desesperada situación de amplios sectores de la sociedad es innegable. Buena muestra de ello la tenemos en los datos aportados por T. Ibars (7) para la ciudad de Lérida:
Años 1604-1605 1688-1689
Robos de comida, trigo y leña 29,5 5,8
Otros robos 12,1 5,8
Agresiones físicas 26,1 46,1
Delitos contra la moral 15,1 12,7
El descenso que se produce en la actividad delictiva, exceptuando las agresiones físicas, se explicaría no por una mejora en el nivel de vida de la población, sino por un mayor control represivo de ésta. La respuesta -aumento de la agresividad- sería una manifestación más de la conflictividad social y de las implicaciones de clase que tenía la delincuencia.
Para concluir diremos que la mujer no participó prácticamente en este tipo de delitos, pero en contrapartida fue una gran pecadora, llegando a convertirse en la misma encarnación del pecado.
Las mujeres marginadas no fueron el principal objetivo de los tribunales de la Inquisición; al contrario, se procesaron básicamente mujeres de clase media y con cierto nivel cultural. Así, mientras se juzgaba a las que ideológicamente podían suponer un peligro para la ortodoxia, otras instituciones se dedicaban a la explotación de las llamadas marginales, o a su control por medio de distintos mecanismos represivos. La prostitución, delito monopolizado por la mujer, no era juzgado en los tribunales. Lo era en la calle, a la vez que consentido y reconvertido servía para tener un mayor control de la población y, evidentemente, de la propia mujer.
[...]
MARGINACIÓN FEMENINA, pícaras, delincuentes, prostitutas y brujas.-
VILARDELL CRISOL.
No hay comentarios:
Publicar un comentario