Ayer mientras estaba en la Biblioteca Nacional de España, Madrid, como investigador sobre la Edad Media en dicha institución del Estado, me encontré con una de las joyas que jamás nadie puede contemplar en tal sede: un busto de don Francisco de Quevedo y Villegas hecho en vida del autor. Los retratos y las representaciones que tenemos son de después de muerto el escritor, pero ésta está hecha posiblemente estando Quevedo posando para el escultor.
Podéis apreciar los detalles de la cara, las arrugas, y la tirantez de la piel de una persona de 55 años, la edad que tenía Quevedo cuando se le hizo el busto.
Envidia, envidia, envidia, envidia. ¿Te he dicho ya que me das envidia?
ResponderEliminarSoy Laura.
Para nada, el día que vengas a Madrid podrás hacerlo igual que yo.
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