MENOSPRECIO DE CORTE Y ALABANZA DE ALDEA
Antonio de Guevara (c. 1481 - 3 de abril 1545)
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Es previlegio de aldea que el que tuviere algunas viñas, goze muy a su contento dellas; lo qual paresce ser verdad en que toman muy gran recreación en verlas plantar, verlas binar, verlas descubrir, verlas cubrir, verlas cercar, verlas vardar, verlas regar, verlas estercolar, verlas podar, verlas sarmentar y sobre todo en verlas vendimiar. El que mora en el aldea toma también muy gran gusto en gozar la brasa de las cepas, en escalentarse a la llama de los manojos, en hazer una tinada dellos, en comer de las uvas tempranas, en hazer arrope para casa, en colgar uvas para el invierno, en echar orujo a las palomas, en hazer una aguapié para los moços, en guardar una tinaja aparte, en añejar alguna cuba de añejo, en presentar un cuero al amigo, en vender muy bien una cuba, en bever de su propia bodega, y sobre todo en no echar mano a la bolsa para embiar por vino a la taberna. Los que moran fuera del aldea no tienen manojos que guardar, ni cepas que quemar, ni uvas que colgar, ni vino que bever, ni aun arrope que gustar. Y si algo desto quieren tener, a peso de oro lo han de comprar.
[...]
(Valladolid, 1539)
Antonio de Guevara (c. 1481 - 3 de abril 1545)
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Es previlegio de aldea que el que tuviere algunas viñas, goze muy a su contento dellas; lo qual paresce ser verdad en que toman muy gran recreación en verlas plantar, verlas binar, verlas descubrir, verlas cubrir, verlas cercar, verlas vardar, verlas regar, verlas estercolar, verlas podar, verlas sarmentar y sobre todo en verlas vendimiar. El que mora en el aldea toma también muy gran gusto en gozar la brasa de las cepas, en escalentarse a la llama de los manojos, en hazer una tinada dellos, en comer de las uvas tempranas, en hazer arrope para casa, en colgar uvas para el invierno, en echar orujo a las palomas, en hazer una aguapié para los moços, en guardar una tinaja aparte, en añejar alguna cuba de añejo, en presentar un cuero al amigo, en vender muy bien una cuba, en bever de su propia bodega, y sobre todo en no echar mano a la bolsa para embiar por vino a la taberna. Los que moran fuera del aldea no tienen manojos que guardar, ni cepas que quemar, ni uvas que colgar, ni vino que bever, ni aun arrope que gustar. Y si algo desto quieren tener, a peso de oro lo han de comprar.
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(Valladolid, 1539)
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