La primera edición de la primera parte del Quijote se publicó en enero de 1605, más de un siglo antes de que existiera la Biblioteca Nacional. Fue impresa por Juan de la Cuesta en su imprenta del número 87 de la Calle Atocha (Madrid), de donde salieron gran parte de los libros de Cervantes y de algunos otros autores del Siglo de Oro (Lope de Vega, por ejemplo). El edificio es propiedad hoy día de la Sociedad Cervantina de Madrid y en su fachada hay una placa conmemorativa de esta edición que podéis ver más abajo.
En el Siglo XIX el índice de la Biblioteca incluía un ejemplar de esta primera edición, pero se encontraba en paradero desconocido. Teníamos además un ejemplar de 1605 que resultó ser de la segunda edición, hecha ese mismo año. ¿Cómo conseguimos otro ejemplar de la primera edición? Fue una casualidad y un acto de generosidad.
En la década de los 60 del XIX dirigía la Biblioteca el escritor y filólogo Juan Eugenio Hatzenbusch, quien participó junto a Francisco López Fabra en una edición facsímil del Quijote conservado en la Real Academia Española (primera edición de 1605, el único conocido en la época). Su idea era aprovechar esta novedosa técnica para que el público pudiera ver el libro tal como salió de imprenta. La obra resultante fue difundida por toda España, de modo que un estudiante de Zaragoza, Justo Zapater y Jareño, la vio. Como narra Hatzenbusch en la Memoria remitida al Ministerio de Fomento (1865):
“aquella letra y aquellos adornos le hicieron recordar que había visto en una casa de la ciudad un libro del Ingenioso Hidalgo con una primera página semejante: lo buscó, lo adquirió y entendiendo que debía ser la primera edición de la primera parte, y por consecuencia, un ejemplar de rareza grandísima, escribió a esta biblioteca, ofreciéndoselo generosamente. Bien hubiera podido equivocarse el Sr. Zapater, porque la primera y la segunda edición del Quijote, hechas en Madrid por Juan de la Cuesta en 1605, tienen igual la página reproducida por el Sr. Fabra; pero la fortuna, como queriendo coronar el noble propósito del Sr. Zapater, y devolver a la Biblioteca Nacional la mitad de una pérdida muy sensible, hizo que el ejemplar de Teruel fuese el de la primera edición, ejemplar bien tratado, aunque falto de la portada y la tabla de los capítulos puesta al fin del volumen, faltas que se han remediado, acudiendo al ejemplar de la Academia Española y la destreza del Sr. Fabra”
Posteriormente se comprobó que se trataba de la primera edición de 1605. No fue complicado: esta primera edición salió con tantas erratas que Cervantes hablaría de ellas en la segunda parte del Quijote, por boca de Sansón Carrasco. Puede que fuera por problemas de dinero o de tiempo, pero faltaban también episodios completos, como el robo del burro de Sancho. Así pudimos saber que el regalo que nos hizo Justo Zapater tenía un valor incalculable.Este donativo, seguramente el más importante recibido por la BNE junto al del Cantar del Cid, supuso la posibilidad de preservar uno de los mayores tesoros bibliográficos españoles y, además, la localización de un segundo ejemplar de esta primera edición. Actualmente hay muchos más localizados: Biblioteca de Catalunya, Bibliothèque Nationale de France, Library of Congress -dos ejemplares-, British Library… pero en aquella época no se conocía más que el de la RAE.
El libro que llegó a la Biblioteca carecía de portada y le faltaban también cuatro hojas de preliminares. En su lugar se incluyeron reproducciones fotocincolitográficas del ejemplar de la Real Academia Española, realizadas por López Fabra.
Existe una versión digitalizada de esta primera edición que puede verse en nuestra Biblioteca Digital. Además, en el año 2010 se realizó una versión interactiva. Ésta incluye mapas, ilustraciones, grabados y otros contenidos procedentes de 43 ediciones distintas del Quijote y de otras 21 obras más, todas pertenecientes a la BNE.
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