viernes, 27 de septiembre de 2013

El camino del Cid, un viaje al medievo


 
 Más de 3.000 kilómetros de senderos y carreteras dibujan El Camino del Cid. Este itinerario cultural y turístico recrea la ruta del Cid Campeador entre Burgos y la Comunidad Valenciana.

Hay senderos que saben a Historia. Que destilan aroma de aventura, de gesta, de importante acontecimiento histórico. Caminos que te trasladan a otra época, que transitan por el recuerdo de grandes hitos y memorables hazañas; las que marcaron el devenir de una era o, quizás, el de todo un reino. Con semejante pasado sobre su espalda, el Camino del Cid se extiende orgulloso por buena parte de la Península Ibérica para recrear con soltura la ruta que, según cuenta el Cantar de mio Cid, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, tomó en el siglo XI cuando, expulsado por el rey Alfonso VI, puso rumbo a su destierro. Diez siglos más tarde, la ruta se ha convertido ya en atracción turística, en un camino legendario en el que cultura y naturaleza se dan la mano para recordar al mundo lo mucho que la Edad Media hizo por el patrimonio cultural de nuestro país. Desde que en la pasada década diferentes diputaciones decidieran ponerlo en marcha, el Camino del Cid ha crecido, quizás, a la sombra del Camino de Santiago, un hermano mayor con mucha solera y tal vez demasiado público. El del Cid, de momento, se conforma con una concurrencia más modesta, pero basta un simple vistazo por sus rutas en temporada alta para saber que cada vez más gente se anima a hacerlo. Por aquí no asoma la convicción del creyente que peregrina a Santiago, pero el espíritu de compañerismo, camaradería y sacrificio que acompaña a los caminantes es el mismo que se respira a lo largo de la ruta del apóstol. En coche, a pie o a lomos de una bicicleta de montaña, las opciones para recorrer el Camino del Cid se adaptan al esfuerzo que uno esté dispuesto a hacer. Desde Burgos hasta Alicante, el trazado cidiano oficial es único. Pero luego se desdobla en dos vertientes, una de asfalto y otra de tierra. La primera, con una longitud de casi 2.000 kilómetros, discurre en su mayor parte por carreteras secundarias poco transitadas que serpentean por la España más profunda. De cuando en cuando, un cartel informativo de color granate señala el rumbo a seguir; siempre a punto, siempre a tiempo de no perderse.
La finalidad principal de este trazado es que el Camino pueda recorrerse en coche, con mayor rapidez y, por supuesto, sin equipaje a la espalda. Las bicicletas también pueden optar por este firme, aunque, eso sí, tendrán que compartir calzada con el resto de vehículos. El encanto de los senderos La ruta por sendero guarda mayor encanto que las demás.

El trazado senderista, de unos 1.400 km, está pensado para realizarse eminentemente a pie, pero los cicloturistas algo experimentados también podrán hacerse con la vía sin problemas. Es aquí  (en esta ruta homologada en tres de las ocho provincias que recorre como GR 160) donde se saborea la verdadera sensación de estar inmerso en la ruta que el Cid, el literario al menos, recorrió en la Edad Media. La vida más civilizada se difumina para sumergirse de lleno en plena naturaleza: el Camino atraviesa un total de setenta espacios naturales protegidos. Todo cuanto rodea al Camino en esta parte guarda cierto gusto a medievo: los hitos que señalizan el camino senderista, los alojamientos rurales (perfectamente ambientados muchos de ellos), las fiestas medievales que celebran algunas localidades del trazado e incluso el salvoconducto, que puede sellarse en 371 establecimientos y sirve, como reza su inscripción, para «andar y viajar a salvo por las tierras y reynos que yo, Rodrigo, caminare e viere e conosciere». El Camino del Cid tropieza a cada paso con recursos patrimoniales, históricos y medioambientales Además del placer de adentrase en un camino que vaga entre la historia y el mito, el Camino del Cid tropieza a cada paso con recursos patrimoniales, históricos y medioambientales. Nace en Vivar del Cid, la pequeña localidad burgalesa que vio nacer al mítico caballero, y desde allí se abre paso hasta Orihuela. Entre medias, otras seis provincias (Soria, Guadalajara, Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia, esta última tierra de conquista del Cid) conforman la ruta. A su paso nos encontraremos con seis bienes Patrimonio de la Humanidad: la catedral de Burgos, el mudéjar aragonés, la Lonja de Valencia y el Palmeral y el Misterio de Elche. Además, haremos alto en pequeñas poblaciones de importante valor medieval y turístico como Covarrubias, El Burgo de Osma, Sigüenza, Medinaceli o Albarracín, entre otras muchas. Conocerlas todas y absorber toda su historia de una sentada es complicado, ya que recorrerlo a pie supone al menos dos meses, o uno en bicicleta; pero no importa si se realiza el Camino entero o solo un pequeño tramo, ni si se hace andando o en vehículo.

Se escoja la opción que se escoja, el Camino del Cid siempre termina por conquistar a quien lo emprende. Cinco recorridos temáticos en doce etapas Aunque el trazado del Camino responde principalmente al descrito en El Cantar, la dificultad para ubicar algunos puntos ha obligado a que se incluyan en él localidades relacionadas con el Cid histórico y otras de mera relevancia medieval. Así, se divide en cinco recorridos temáticos: Destierro (Burgos-Guadalajara), Tierras de Frontera (Guadalajara-Zaragoza), las Tres Taifas (Zaragoza-Teruel), Conquista de Valencia (Teruel-Valencia) y Defensa del Sur (Valencia-Alicante). A ello se suman pequeños ramales y anillos circulares que se anexionan al trazado, hasta sumar doce etapas. Una buena idea es recorrer el Camino de año en año, por tramos.


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