lunes, 23 de diciembre de 2013

Pequeño homenaje al poeta Juan Ramón Jiménez.



Tal día como hoy de 1881 nació Juan Ramón Jiménez, poeta de la Generación del 27.
 Para ello, quiero poner aquí en mi blog algunos de sus poemas más bellos. Espero que os gusten:

                                                                   El pajarito verde
 
Morado y verde limón
estaba el poniente, madre.
Morado y verde limón
estaba mi corazón
 
¡Verdugones de los golpes
de su rudo corazón!
... Morado y verde limón
estaba el poniente, madre.
 
 
 Trascielo del cielo azul
 
¡Qué miedo el azul del cielo!
¡Negro!
¡Negro de día, en agosto!
¡Qué miedo!
¡Qué espanto en la siesta azul!
¡Negro!
¡Negro en las rosas y el río!
¡Qué miedo!
¡Negro, de día, en mi tierra
-¡negro-
sobre las paredes blancas!
¡Qué miedo!
                                                                
                                                                 ÁLAMO BLANCO
 
                                               Arriba canta el pájaro y abajo canta el agua.
                                              (Arriba y abajo, se me abre el alma.)

                                               Entre dos melodías la columna de plata.
                                               Hoja, pájaro, estrella; baja flor, raíz, agua.
                                              Entre dos conmociones la columna de plata.
                                              (Y tú, tronco ideal, entre mi alma y mi alma.)

                                               Mece a la estrella el trino, la onda a la flor baja.
                                               (Abajo y arriba, me tiembla el alma.)
 
 
 
 
 

                                                                     La verdecilla

                                                          Verde es la niña. Tiene
                                                          verdes ojos, pelo verde.

                                                         Su rosilla
silvestre
                                                          no es rosa, ni blanca. Es verde.
                                                        ¡En el verde aire viene!
                                                         (la tierra se pone verde)

                                                         Su espumilla fulgente
                                                         no es blanca, ni azul. Es verde.
                                                        ¡En el
mar verde
viene!
                                                        (el cielo se pone verde)

                                                        Mi vida le abre siempre
                                                        una puertecita verde
.
 

sábado, 7 de diciembre de 2013

El tornado del 12 de mayo de 1886 en Madrid


D.Sergio González Moreno
Licenciado en Filología Hispánica
Universidad Complutense de Madrid

                           En la imagen, el Lavadero Imperial, donde hubo más muertos

"En un lavandero de la ronda de Segovia trabajaban varias infelices mujeres debajo de un cobertizo, en los escombros del cual quedaron sepultadas" (José Francos Rodríguez).

"Madrid parecía una ciudad muerta, entregada  a la furia de los elementos. Muchas calles parecían ríos. De muchas casas volaban las techumbres. En todos los paseos arrancaba el huracán de cuajo los árboles corpulentos y altísimos. Por donde quiera, los destrozos, las pérdidas, las desgracias, los heridos, y los muertos..." (El Liberal).

Era la tarde del día 12 de mayo de 1886, desde los Carabancheles a Madrid, cuando se desató un insólito y destructor tornado con vientos de 300 km/h. que ocasionó destrozos en edificios, calles y parques. Además de esto, hubo 47 muertos y cuentos y cientos de heridos. El Casón del Buen Retiro sufrió serios desperfectos. 400 árboles del Jardín Botánico y de El Retiro fueron derribados. La Puerta del Sol y las calles aledañas se inundaron por la intensa lluvia y viento. Los tranvías y los carruajes fueron volcados y arrastrados por las calles, llevándose por medio a la gente que andaba por las calles.
La prensa de la época coincide en que el tornado se había desencadenado en los Carabancheles, descendiendo por la Pradera de San Isidro y prosiguiéndose hasta la Puerta de Toledo y cambiado de ruta a la derecha entre el Camino de Yeserías, y la Ronda de Valencia, alcanzando una intensidad mayor por la Estación de Atocha, por el Jardín Botánico y por El Retiro, abandonando la ciudad por la Calle Goya y Alcalá, hasta comenzar a disiparse por las Ventas.

En esa misma mañana del mes de mayo, a unos tres días de San Isidro, había amanecido la ciudad de Madrid sin ningún tipo de augurio que presagiara lo que iba a suceder a las siete de la tarde.
Existe un comentario del alcalde de Carabanchel que dice: "A las seis vino una nube negra, muy negra, de por allá, hacia el SO, y otra, muy negra también, por allá desde el N-NE. Las dos se encontraron en el Cerro del Aire, y al chocar, produjeron un ruido terrible, y atronador, desencadenando el huracán y produciendo centenares de chispas eléctricas."

Miquel Gayá, el experto en tornados, detalló hace no muchos años, un estudio de lo que fue aquella tragedia en 1886: "El tornado tuvo un recorrido de suroeste a noreste y afectó a municipios de Carabanchel Alto y Bajo, y Madrid. El tornado probablemente debió de tocar tierra antes de llegar a Carabanchel Alto y siguió por Carabanchel Bajo hasta la ribera del Manzanares. Afectó al núcleo urbano de una manera muy considerable, porque El Correo del día 13 decía: "Son Contadísimas las casas que no han sufrido  desperfectos de consideración".


La Ilustración Española y Americana: "Que camino llevó el meteoro no es fácil de apreciarlo. Los árboles de la pradera de San Isidro que se hallan en la margen derecha del Manzanares han sido derribados en dirección a la Ermita del Santo mientras el ángel y algunos pilares del Puente de Toledo cayeron en dirección casi opuesta [...], casi todos los árboles del Paseo de las Acacias se troncharon en sentido nordeste, y los de la calle Atocha y los del Paseo Botánico forman un ángulo agudo [...]. Personas hubo que se refugiaron en los portales de la Calle Montera y al ver la masa de agua que caía y el ímpetu del viento, creyeron que llegaría el fin del mundo. En la Puerta del Sol hubo verdadero oleaje, que entraba por la Carrera de San Jerónimo  y rompía con la Plaza de Canalejas.

La Unión: "Desde las 4 de la tarde el cielo empezó a encapotarse y cayeron algunas gotas de agua. A las 6 y veinte sopló de repente un fuerte viento y luego se desató el huracán con espantosa furia [...]. Era viento que arrollaba a los transeúntes, eran oleadas de agua que los envolvían, era un vívido relampaguear que iluminaba por instantes el espacio, cerrábanse con estruendo puertas y ventanas, caían hechos pedazos los cristales, volaban tejas, chimeneas y planchas de zinc, los sombreros se alejaban de las cabezas, las luces se apagaban, los coches se detenían o volcaban, los árboles caían desgajados, los transeúntes se metían en las tiendas y en los cafés huyendo [...]. La violencia del fenómeno duró 12 minutos".

El Liberal: "Madrid parecía una ciudad muerta, entregada a la furia de los elementos. Muchas calles parecían ríos [...].




El capitán Alonso de Contreras

D. Sergio González Moreno
Licenciado en Filología Hispánica
Universidad Complutense de Madrid.

En este artículo presento la figura todavía algo desconocida de don Alonso de Contreras, a quien la crítica ha tenido un poco olvidado en sus manuales de Literatura Española.

Su verdadero nombre es Alonso de Guillén, nacido en Madrid en 1582. Fue amigo del insigne poeta Lope de Vega, quien lo alojó en la última planta de su casa de la calle Francos, en el actual Barrio de las Letras de Madrid, mientras permaneció oculto para no ser descubierto.
Según dice el capitán en su autobiografía, era amante de las obra de Lope de Vega y solía frecuentar los Corrales de Comedias para ver representadas las obras de su amigo y de su protector.



La casa del capitán Alonso de Contreras estaba en la Plazuela de San Ginés. Una placa amarilla rememora este hecho, y así nos lo dice el autor en su obra:




"Nací en la muy noble villa de Madrid, 6 de enero de 1582. Fui bautizado en la parroquia de San Miguel. Fueron mis padrinos Alonso de Roa y María de Roa, hermano y hermana de mi madre. Mis padres se llamaron Gabriel Guillén y Juana de Roa y Contreras. Quise tomar el apellido de mi madre andando sirviendo al Rey como muchacho ,  y cuando caí en el error que había hecho no lo pude remediar, porque en los papeles de mis servicios iba el Contreras, con que he pasado hasta hoy, y por tal nombre soy conocido, no obstante en el bautismo me llamaron Alonso de Guillén y yo me llamo Alonso de Conteras."



Fue un corsario y un soldado que luchó en Flandes, Milán, Nápoles, Sicilia, Creta, Puerto Rico, Túnez, La Mámora ... durante en siglo XVII. Su figura representa la imagen real del soldado español que es mandado a luchar fuera de su país para defender su patria.






En la Biblioteca Nacional de Madrid se conservan sus manuscritos.
Su obra más famosa es El discurso de mi vida, obra que es considerada como una muestra real de la situación de la época del capitán Alonso de Contreras. Los hechos, los nombres, la toponimia, las armas y las fechas son exactas.
 El mérito que se le debe otorgar al capitán es que en su misma persona reunió dos personalidades distintas: el de ser hombre de armas y el de ser hombre de letras. Puso en un español límpido los hechos que le acontecieron a lo largo de su vida. Este capitán no es un personaje literario sino un soldado brutal, de carne y hueso que gracias a su temple sobrevivió al turbulento siglo XVII.

Su obra puede resultar un fiel testimonio para el historiador, para el filólogo y para el curioso que desee acercarse a través de la Literatura al contexto histórico y social de esa España del Barroco llena de guerras.
Su obra es considerada como una de las primeras autobiografías en España, siendo El discurso de mi vida uno de los orígenes de la autobiografía en nuestro país.



miércoles, 4 de diciembre de 2013

INFANCIA MEDIEVAL: la primera etapa vital

INFANCIA MEDIEVAL: La primera etapa vital


Desde el momento de la llegada al mundo hasta los siete años aproximadamente, la inmensa mayoría de las criaturas, fuesen niños o niñas, vivían inmersos en un mundo predominantemente femeninos,. Femeninas eran las cámaras de parto en las que veían por vez primera la luz y de mujer también las manos que les proporcionaban los cuidados primiciales . Todo parece indicar que muchos niños europeos de la Baja Edad Media vivieron la primera etapa de la vida alejados de su hogar, pues los testimonios muestran lo propagada que estuvo la costumbre de enviar a los pequeños de las ciudades al campo para que otras personas los criasen. En España carecemos todavía de datos cuantitativos que nos aproximen al porcentaje de criaturas que fueron amamantadas por nodrizas y cuántas de estas amas de cría se desplazaron al hogar de quienes las contrataron y cuántas criaron a los pequeños en su propia casa. Sin duda es en Italia, y más concretamente en Toscana, en donde mejor ha podido documentarse y explorarse el hábito de desarraigar al niño de su hogar paterno para criarlo fuera, con los padres de leche. Algunos de los libros de recuerdos escritos por los adultos que rememoraban aquellos años iniciales dejan testimonio de lo mal que podía pasarlo el niño si era recibido en el hogar mercenario como un pequeño intruso. Y Klapisch-Zuber hace notar cómo algunos de los burgueses florentinos que mandaron a sus hijos al campo para su crianza, insisten en lo saludable que resulta para los pequeños el aire puro y el contacto con la naturaleza, como si de alguna manera se sintieran culpables y necesitaran justificarse.
         En principio, el amamantamiento, ya fuera materno o mediante nodriza, debía prolongarse durante tres años . Esta era la duración óptima establecida por la Iglesia, por la legislación y también el período de lactancia que señalaba la crianza ideal . En la realidad es más que probable que el tiempo del amamantamiento, la frecuencia de las mamadas y las atenciones recibidas por el bebé vinieran determinados por factores como la clase social y el sexo. En el estado actual de nuestros conocimientos podemos afirmar que las niñas eran menos afortunadas que los varones, ya que su edad de destete era a menudo más temprana y además corrían mayor riesgo de abandono que sus hermanos. Por otra parte, se ha podido documentar que en la vida cotidiana, lejos de los planteamientos teóricos de médicos y moralistas, el niño o la niña que lactaban de los pechos de su madre, con frecuencia veían interrumpido su amamantamiento por los sucesivos embarazos maternos, de manera que el nuevo hijo destetaba a su antecesor.
La mortalidad infantil era muy alta y el tiempo de la crianza, en el caso de que la madre muriese o no pudiera amamantar, resultaba gravosísimo , de forma que quienes adoptaban niñas o niños procuraban que ya hubiesen superado los dos o tres años para tener mayores garantías de que alcanzarían la edad adulta y ahorrarse el pago de nodrizas.
Desconocernos el tiempo en el que se iniciaba el control de esfínteres o cuando empezaban los primeros balbuceos, sin embargo, sí podemos afirmar que a partir del siglo XIII encontramos menciones escritas a la llamada «jerga de nodrizas», es decir, al silabeo y a los intentos de articulación de palabras por parte de la infancia considerados como una torpeza que podía hacer gracia.
Muchos de los niños y niñas de las ciudades que se vieron desplazados del hogar propio nada más nacer, se reincorporaban al mismo cuando ya andaban y hablaban, de manera que a la primera separación había que añadir otra, pues de nuevo abandonaban lo conocido, la casa de los nodrizos, para incorporarse a una familia, en este caso la suya propia, con la que no habían mantenido trato continuado. A veces la incorporación era efímera, pues algún tiempo después dejaban su casa para formarse e iniciar la búsqueda de un lugar propio en el mundo.

Algunas de las periodizaciones de la vida, a las que tan aficionada fue la Edad Media , señalan una subetapa de la infancia a la que nombran «edad de los juguetes», si bien su inicio, final y duración varían según los autores. Sin embargo se admite que en una época muy temprana se desarrolla en el niño el gusto por el juego, y los moralistas advierten la gran utilidad que puede tener lo lúdico en la educación, puesto que proporciona un cauce idóneo para enseñar y transmitir valores que pueden perdurar para siempre.
¿A qué jugaban los niños y niñas de la Baja Edad Media? , ¿jugaban juntos ambos sexos? En el estado actual de la investigación son más las preguntas que pueden formularse que las respuestas que pueden ofrecerse. Cabe señalar que, hasta la fecha, todo parece apuntar que: en la primera infancia niñas y niños se divirtieron juntos y que no existieron maestros jugueteros especializados, de hecho cuando se quería obsequiar a los infantes e infantas se recurría a otros artesanos para que elaboraran determinados objetos. Tanto Huesca (como Zaragoza encargaron respectivamente a reputados maestros la confección de sendos juguetes para regalar al infante Juan, en 1352; los oscenses mandaron hacer un caballito de madera pintada con su silla, freno y arnés y pagaron por el mismo  sueldo jaqueses;  sueldos costaron a los zaragozanos los zancos pintados de verde y decorados con escudos reales . Juguetes carísimos, como los vestiditos para las muñecas que más de un siglo después encargaron los Reyes Católicos a un sastre de Valencia para regalar a las infantas que les esperaban en Barcelona .
F. Piponnier puso de manifiesto la escasa calidad de los juguetes que la arqueología medieval sacaba a la luz, realizados con materiales ínfimos y muchas veces de manufactura doméstica  Sin embargo, algunos moralistas y predicadores se escandalizaban de los objetos sofisticadísimos que se entregaban a los pequeños para su entretenimiento y que les habituaban, ya desde la infancia, a la vanidad, porque de lo que no cabía duda era de que el juego y el juguete enseñaban . Debía cuidarse el contenido y dinámica de lo lúdico para que fuera introduciendo a cada cual en el papel que había de desempeñar en el futuro, ya que a casi nadie se le ocultaba la permeabilidad y capacidad de absorción de los niños.
[...]

LEMENTOS PARA UNA HISTORIA DE LA INFANCIA Y
DE LA JUVENTUD A FINALES DE LA EDAD MEDIA

María del Carmen García Herrero
(Universidad de Zaragoza)

Rodrigo prende cinco reyes moros, que le dan el título de Cid, y se le reconocen tributarios

Reyes moros en Castilla
Entran con grande alarido.
De moros son cinco reyes,
Lo demás mucho gentío»
Pasaron por junto á Burgos,
Á Montesdoca han corrido;
Y corriendo á Belforado ,
También á Santo Domingo,-
A Nájera y á Logroño,
Todo lo avian destruido
Llevan presa de ganados,
Muchos cristianos cautivos,
hombres muchos y mujeres
Y también niñas y niños.
Ya se vuelven en sus tierras
Bien andantes y muy ricos,
Porque el Rey ni otro ninguno
A quitárselo ha salido.
Rodrigo, cuando lo supo,
En Vivar en su castillo,
Mozo es de pocos días,
Los veinte años no ha cumplido.
Cabalga sobre Babieca
Y con él los sus amigos:
Apellidara a la Tierra;
Mucha gente le ha venido.
Gran salto diera en los moros:
En Montes-d'Oca, el castillo,
Venciera todos los moros
Y prendió los reyes cinco.
Quitáreles la gran presa
Y gentes que iban cautivos;
Repartiera las ganancias
Con los que le habían seguido;
Los reyes trajera presos
A Vivar, el su castillo;
Entrególos a su madre,
Ella los ha recibido;
Soltólos de la prisión,
Vasallaje han conocido,
Y a Rodrigo de Vivar
Todos han bendecido.
Loaban su valentái;
Sus paris le han prometido:
Fuéronse para su tierras
Cumpliendo lo que habían dicho.

MOCEDADES DEL CID
PRIMERA PARTE
XIV


Imagen de portada:
Cronica del muy esforçado cauallero el Cid ruy diaz campeador
Fue impresso en Seuilla : por Iacobo cromberger aleman y Iuan Cromberger, 1525 El qual se acabo a xxij dias d'l mes de Noui¯ebro

Portada con grab. xil. que representa a el Cid a caballo, con armadura y espada

Biblioteca Gonzalo de Berceo